Hoy es uno de esos días de calor abrasador en Tucumán. Una vez más, recorro la avenida principal de este distinguido cementerio. Absorta en mis pensamientos, tropiezo con José Camelli, de baja estatura y mirada escrutadora , cálido en su trato cuando de improviso me encontré ante una “visita guiada”.
“Este lugar es mi vida. Empecé cuidando autos en la puerta a los 8 años hasta que ingresé como personal independiente de mantenimiento”, señala con naturalidad. “Mi madre Elsa, entró también a los 9 años; hoy tiene 74 y no puede dejar de cuidar su centenar de mausoleos”.
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